martes, 28 de mayo de 2013

Baloncesto.

Lo cierto es que nunca me ha gustado nada esa palabra, o más bien ese sentimiento, pero no se puede esquivar a la nostalgia cuando algo de tal trascendencia se desprende de tu vida sin que estés preparada para ello, cuando has sentido cómo te lo iban arrebatando poco a poco como si te arrancaran la piel a tiras. Lentamente. Con dolor. Sin anestesia. Tras estos 443 días, en los que he ido recomponiendo mis trocitos con sumo cuidado y no demasiada paciencia, creo que puedo reconocerme a mí misma, y por tanto a todos los demás, que he asumido la pérdida. Y lo admito, no lo llevo nada bien, tengo mis días malos, y mis días peores, pero he encontrado la forma de canalizarlo, aprovecharlo de otra manera, y evitar así el enterrarlo para siempre y desterrarlo injustamente de mi vida. Y en gran parte, se lo debo a Ellas. Porque en esta vida todo se supera, y llegados a este punto en el que la cuenta atrás se termina sin dar comienzo a una nueva, hacia delante, en la que, como diría Sabina, al punto final de los finales no le quedan ya dos puntos suspensivos, tan solo puedo decir una cosa:


GRACIAS.



domingo, 26 de mayo de 2013

Fin del espectáculo.

Dejaremos que pase el tiempo, que corra el aire y el viento suene hasta que arrastre palabras mudas de esas que sólo tu y yo escuchamos. Será entonces, y sólo entonces, cuando apartando todo a un lado, hablaremos. Hablaremos para empezar del tiempo y del espacio, la velocidad, las leyes físicas,  y todas esas ecuaciones que últimamente nos fallan tanto. Hablaremos de cómo la miel de mis ojos, poco a poco, se va apagando. De la distancia, del olvido, de que me mires y no me veas, de lo jodidamente difícil que es escribir para ti, y que no me leas. Que hagas como si no existiera, que pises todos mis textos con tu maldita indiferencia. Hay tantas líneas que saben a ti. Tantas y tantas líneas que todavía huelen a ti. Tanta tinta de la más oscura,  la más roja, la más profunda...la que más duele malgastar cuando uno se desnuda el alma y la usa. No sabes cuántas veces pensé en ti mientras escribía. No sabes cuánto me diste...y cuánto me quitaste. No tienes ni la más remota idea de lo especial que me resulta el hecho de que tú me leas...pero no lo haces. No como los demás. No de la misma manera. Me siento como una niña con sus bailarinas nuevas, su tu-tu rosa y su pelo tensado, sola en el escenario frente a un patio de butacas con un único espectador. Imagina por un instante lo triste que sería que estando en primera fila, no le hiciera caso. Le dará igual que la sala comience a llenarse, no escuchará los aplausos ni los gritos de alegría de los miles de personas que colman hasta el segundo palco. Para ella, su espectador se ha roto. Y sin él, no hay melodía, no hay sonido, no hay ritmo, no hay sonrisa...sin él, por mucho que lo intenté, el espectáculo, está acabado.

sábado, 25 de mayo de 2013

Logroño, Ciudad Europea del Deporte. Una de las bromas más abyectas del año.

Puestos a ser sinceros desde el principio, he de reconocer antes de nada que la primera vez que he escuchado la noticia no he podido evitar que me entrara la risa. Y no me refiero a una risa agradable o ilusionada como deportista que soy, sino a una carcajada con sorna, irónica, natural e involuntaria. No obstante, y puesto que como decía mi abuela, "prevenir es mejor que curar", me he informado de en qué consiste exactamente dicho reconocimiento. Rezan así, en varias noticias: "Otorgado cada año por la Asociación Capital Europea del Deporte, está orientado a promover los valores del deporte a nivel municipal y supone un reconocimiento a la política deportiva de la ciudad." Y es entonces cuando me pregunto yo: ¿No ha sido este año cuando los gimnasios públicos han sufrido una subida de precio mensual de un 40%? ¿No ha sido este año cuando se han reducido los grupos de actividades deportivas, y se han subido las cuotas de todas ellas? ¿A caso no se ha prescindido de varios profesionales dedicados a estas actividades, y se les ha reducido el sueldo a otros tantos? Se han eliminado subvenciones deportivas dedicadas a desplazamientos, a reformas de infraestructuras, a presupuesto para material. Los juegos escolares deportivos cada vez ofrecen menos, y cuestan más. Hay deportistas que tienen que dejar de practicar su deporte a nivel federado al cumplir los 18 años, o incluso antes, por meros problemas económicos. No existe ningún tipo de beca para aquellos jóvenes que quieren formarse y obtener el título de entrenador de algún deporte. No ofertamos los estudios de INEF en nuestra Universidad. No contamos con instalaciones deportivas en condiciones (No nos engañemos, un Palacio de Deportes y un Campo de Fútbol quedan muy bonitos si los ves desde la ventana, doy Fe, pero son hormigas en comparación con los leones que se encuentran en otros lugares). No disponemos de carril bici, y con carril bici no me refiero a unos cuantos metros de asfalto rojo pintados de manera irregular, diseñados por alguien que estoy segura de que no ha utilizado una bicicleta para desplazarse por una ciudad en su vida, porque de ser así, jamás los hubiera distribuido tan escandalosamente mal. No pretendo faltar al respeto a nadie, pero parecen sacados del juego de "buscando a Wally". Como persona que utiliza la bicicleta habitualmente, puedo decir que es complicado hacerlo peor. Seguramente si continúo pensando se me ocurrirán unas cuantas razones más por las que creo que no merecemos ni tan si quiera atrevernos a presentar tal candidatura, pero una vez más, si de todas formas lo vamos a hacer mal, por lo menos seamos sinceros, y llamemos a las cosas por su nombre.

miércoles, 22 de mayo de 2013

Vísteme de Inspiración, que sin Ella, estoy desnuda.

Dibujo una estela de humo en el aire que pronto se mueve, que pronto se expande. Estalla en lo alto del cielo pintando de luces y sombras el mar de la luna, que corre, que vuela y sonríe, con esos hoyuelos que muestran la más pícara y risueña de las sonrisas. Peina su pelo cobrizo con gracia y el viento lo vuelve y revuelve a su antojo bajo el brillo del sol que lo aclara. Y al remangarse de brazos su tez morena se funde con esa camisa de cuadros, de rallas,  lisa, de mil colores, negra y blanca, hasta llegar a sus manos. La mano izquierda. La que crea, la que a pesar de haber sido por tantos siglos despreciada, vale la pena. Me busco en sus ojos, me encuentro, y me baño en la miel de su mar, dulce, agradable, tranquila...en paz. De pronto el tiempo se para, el péndulo no sube, ni tampoco baja, la arena rebosa todo cuanto encuentra a su paso y no hay segundos suficientes para recoger de nuevo sus granos. Porque ya no importan, porque ya no hacen falta. Y en medio de todo y de nada, una dulce melodía envuelve la noche y el día, haciendo al silencio gritar de alegría. Te frotas los ojos incrédula, pestañeas fuerte, te muerdes el labio de nervios, a ver si duele, y tras comprobar que es cierto, sólo te queda decir una cosa:

Gracias, Musa. Gracias, por haber vuelto.

miércoles, 8 de mayo de 2013

Silencio.


El silencio es la consecuencia inevitable de todas las alternativas que existen a saber qué decir, cuando decirlo y de qué manera se debe de decir. Y si las luces están apagadas, y si todas las puertas y ventanas están o no cerradas, y si las agujas se detienen siempre en el mismo punto y el péndulo parece subir más de la cuenta cada vez que tú pasas frente al reloj...pero nunca se para, siempre vuelve a bajar, y a subir, y a bajar, y a subir...siempre el mismo espacio. Tiempo, espacio, velocidad, todo sucede al mismo ritmo, todo es tan frustrantemente anodino y constante que hay veces que hasta me mareo solo de pensar que nunca cambiará, que seguirá así hasta que en algún momento reviente de golpe haciendo saltar todas las piezas, en todas las direcciones posibles...pero entonces ya será tarde, porque el mecanismo quedará inservible. El caso es que a veces creo que hablo demasiado poco hacia afuera y demasiado mucho hacia dentro, pero no puedo evitarlo, siempre me falla una de las tres. El qué, el cuándo, o la seguridad de que lo que voy a decir sea algo con sentido que no incomode ni dañe a nadie. Por eso tiendo a tirar de silencio y listo, no me complico. Y es que ante la cantidad de necedades y sandeces que se escuchan por ahí, ¿Qué necesidad hay de engordar la lista? Total, las mías no van a ser mi mejores ni peores que las de los demás, y prefiero no cargar con la responsabilidad de haberlas dejado salir de mi boca, así, gratuitamente, sin un motivo de peso. Claro está que a veces se me escapan, pero procuro que no hagan mucho ruido, no vaya ser que al final el reloj estalle de verdad, la explosión sea demasiado fuerte, y me acabe salpicando la porquería más de la cuenta. Tampoco es que vaya armando jaleo por ahí, simplemente me aparto cuando no me convence el guión de la película, y dejo que otros actúen.

Al fin y al cabo, lo que digan de mí, no es asunto mío.