lunes, 25 de febrero de 2013

Grietas.

A veces, cuando en un impulso tiras de algo con fuerza desde dos de sus extremos en sentido opuesto, acabas por abrir una grieta. Me pasa demasiado a menudo, tiendo a abrir grietas que luego nunca se cómo cerrar. Acabo por rellenar los huecos con plastilina, pegamento, o cualquier cosa que me encuentre por el camino, es cuestión de tragar, guardar y no dejar que salga todo fuera. Y aunque haya quien piense que me engaño a mi misma haciéndome creer que todo está bien, no me engaño. Se que no lo está. No soy oscura y fría, como las grietas. Profunda sí, pero en otro sentido, de otra manera. Sin embargo no encuentro una solución mejor, o casi nunca la encuentro, y con el paso del tiempo el frío hace que los parches se reblandezcan, y que la grieta se abra de nuevo. Al final acabas teniendo que sujetarla con cuerdas, llenas de nudos que son difíciles de desatar, y cuando se rompen duelen mucho más. Supongo que todo el mundo tiene una parte de sí mismo que no le gusta, o con la que no está del todo a gusto, una parte que se esforzaría por cambiar si supiera cómo hacerlo. Esta es mi parte, ojalá pudiera no decir ésto, poder decir que se trata de la parte de otra persona y no de la mía, pero es lo que toca, al menos hasta el día de hoy no he encontrado la manera de desprenderme de ella. Tampoco es que la aborrezca, forma parte de mí, qué le vamos a hacer, nadie es perfecto y el primer paso para intentar ser mejor persona es reconocer lo que uno hace mal. Yo de momento me quedo aquí, intentando deshacer mis nudos, sumergida entre mis grietas, porque tengo total confianza en que algún día, conseguiré salir de ellas. 

domingo, 24 de febrero de 2013

Nieve.

Nunca he llegado a entender del todo ni entenderé, qué tendrán los copos de nieve que le hacen a uno olvidarse del frío y de la pereza. De qué coño estarán hechos esos malditos algodones que caen del cielo como si se hubiera reventado ahí arriba un enorme colchón de plumas, o como si se estuviera librando la mayor guerra de almohadas de la historia. Me encantaría poder subir ahí arriba, a ver qué pasa, total, seguro que se lo pasan mejor que los que estamos aquí abajo intentando evitar una guerra que por desgracia, no será entre colchones y almohadas. Lo cierto es que pasear entre ellos me da paz. No me apetece salir a la calle cuando los veo desde la ventana, en ese momento es cuando pienso << qué bien se está en casa >>, o en el bar, o donde sea, y siento como si tuviera a mi lado una de esas chimeneas de madera que salen siempre en las películas navideñas. El cristal de la ventana está helado, y al pegar la nariz a él y respirar, siempre pinto una carita sonriente sobre el bao. Y sonrío. Pensaréis que estoy como una cabra, o que soy rara, pero eso es algo que no me pasa cuando simplemente hace frío, sólo lo hago cuando está nevando. Y cuando no me queda otro remedio que salir a la calle, y al mirar al cielo veo como los copos caen, y caen, y no dejan de caer, lentos, seguros, como si flotaran, como si volaran, y decidieran en qué lugar les apetece posarse, si sobre ese coche rojo de la esquina o sobre aquel banco verde junto al porche, me parece que tiene que haber algo más ahí arriba. Como esta noche.Tengo esa sensación, no se. La sensación de que no estoy sola. Y también sonrío. No me considero una persona creyente, lo fui, en su momento, pero la edad me ha terminado convirtiendo en alguien que le da todas las vueltas posibles (y las imposibles también) a toda duda que se le plantea, y así es complicado mantenerse fiel a una sola creencia. 

El caso es, sin irme por las ramas, que a todo el mundo le afectan de una forma especial los días de nieve. Y no me refiero a que no puedan ir a trabajar porque se corten las carreteras, a que las conexiones telefónicas funcionen mal, o a que haya más resbalones de lo habitual en las aceras, no tiene nada que ver con todo éso. Es algo diferente, algo que se respira en el ambiente, que te hace coger aire con fuerza y casi emocionarte al soltarlo, que de alguna manera te hace sentirte mejor persona, o querer serlo, al menos. Te muestra que siempre se pueden encontrar puntos blancos en cualquier oscuridad, por negra que sea, y que si nos lo proponemos, si seguimos adelante, un mundo mejor es posible. Y entre tantas buenas sensaciones, la temperatura aumenta, el blanco se funde con todo lo que le rodea, y en lugar de impregnarle de positivismo y de fuerza, desaparece, haciéndonos volver a la realidad, al día a día de accidentes en las carreteras, de teléfonos entre las manos a todas horas, sin muñecos de nieve, sin peleas de almohadas, y aunque cueste admitirlo, de nuevo, en pie de guerra.


sábado, 23 de febrero de 2013

Sueño de una mala noche.


Te preguntas por qué noviembre te eligió a ti entre toda esa gente, para luego deselegirte una vez más. Te pintas la ralla de los ojos frente al espejo, procurando no abrirlos demasiado para no ver reflejado tu rostro...y nada másVuelcas todas las preguntas sobre la cama como quien vacía un bolso en ella, y las revuelves con tus manos temblorosas sin encontrar las respuestas. Aparece un viejo corta-uñas que ni si quiera es tuyo, nunca te cortas las uñas, pero aún así te sientas al borde del abismo, junto a la piecera, y cruzando las piernas para que el pliegue de la falda no deje ver más allá de tus bronceados muslos, como si no estuvieras sola, en tu deseo profundo de que así sea y alguien te detenga, comienzas a pintar vena por vena. De rojo, sin anestesia. Te sientes como cuando a los cuatro años la maestra te pedía que no te salieras de la lámina, lo cual por aquel entonces te parecía una tarea ardua y compleja. Te gustaría volver a una ciudad tranquila y sencilla...pero ya no parece quedar nada de aquello, la niñez es sólo un puñado de fotos amarillas y recuerdos para contar en historias de encuentros de colegio. Te viene a la cabeza aquel Viernes, el día en el que todo se acabó, y se os atravesó el destino en la garganta. La daga que consiguió cortar lo vuestro estaba mucho más afilada que aquel corta-uñas. Rencor, envidia, venganza. Dolía más. Todavía duele. Vuelves a los mismos pensamientos una y otra vez, y vas haciendo tu lista de reproches contra el mundo.  No contra él, no fue su culpa. Contra el maldito mundo. Suspiras casi sin fuerzas dejando escapar con el aire un silencioso "a ver si cambia"...a ver si cambia, y en su vuelta de tuercas gira de nuevo el reloj de arena, vuelve a estar lleno tu enorme saco de paciencia, apareces de nuevo por esa puerta...y te sientas aquí, a mi lado. Poco a poco se va haciendo de noche, la tarde lo va cubriendo todo con su manto negro de luces, y el destino no ha dejado ningún mensaje nuevo en tu contestador, que te saque de la anodina monotonía de eso que últimamente llamas vida. Le das alguna calada más al fracaso, ese cigarro inacabable que comenzaste a fumar por primera vez cuando se fue, y que aún sostienes hasta mientras duermes...o lo intentas, tus ojeras cada día son más delatadoras y sinceras. Comienzas a sentir mareo. Te incorporas con delicadeza y al dejarte caer sientes todas esas preguntas a tus espaldas, sobre la cama. Las esquivas una y otra vezcomo un borracho que no se da por aludido cuando acaba la fiesta y se aferra a su vaso vacío de vida y lleno de restos de hielo muerto sucio de whisky de supermercado para no tener que marcharse, y adentrarse de nuevo en la oscuridad de la noche. Buscas el interruptor para apagar tu cabeza y hallas refugio en una serie americana, de esas que hacen reír sin sentido. De esas que veías con él. Piensas en todo lo que le dirías si le volvieras a tener enfrente y te recolocas la tristeza en el pelo con disimulo, antes de dejar que las lágrimas broten de tus ojos y arrastren el negro por tus mejillas. No pides consejo a nadie porque corres el riesgo de que alguien te diga la verdad. Vives soportando el peso del fracaso, esperando un volantazo del destino, harta de echar de menos el alma a la que renunciaste. Tu propia alma. Ahora te sientes encerrada en un cuerpo bajo candado, y recuerdas aquel momento en el que desde la orilla, sin remordimientos, lanzaste la llave al mar. Entonces ignorabas que esto pasaría, que la nostalgia existe, que el echar de menos no es sólo para los débiles, que volver la vista atrás hacia el pasado es como renunciar al presente. Como dijo un gran poeta, el día pasará y la vida seguirá, ganarán los mismos, perderán los de siempre.  Quizás, si hubieras sido paciente, si hubieras dejado de correr hacia todas las direcciones y hacia ninguna, la vida hubiera dejado de ser ese tren que se escapaba justo cuando jadeando y empapada en sudor frío encontrabas la parada. Quizás todavía estés a tiempo. Quizás, si te perdonas, todavía puedas volver a sentir la lluvia sobre tu cuerpo desnudo, los rallos de sol en la miel de tus ojos ciegos, y el tacto de su mano acariciando tu mejilla, tu cuerpo, y tu alma.

Y es entonces cuando despiertas, sobre tu cama, empapada en sudor y lágrimas, todo queda en un mal sueño...pero de los peores sentimientos, nacen los mejores textos.

jueves, 14 de febrero de 2013

8 letras.


Existen diversas teorías a cerca de la procedencia del renombrado día de San Valentín. La mayor parte de la gente tiende a referirse al 14 de Febrero como "Día de los enamorados", pero a mí me gusta más ponerle la menos conocida etiqueta de "Día del amor y la amistad". En parte porque abarca algo más amplio, y en parte porque nunca me ha gustado la palabra "enamorar". Y no me refiero a su significado, sino a su sonido, a su forma, no me gusta cómo suenan esas 8 letras juntas...manías tontas, qué le vamos a hacer. El caso es que cuando escuchamos la palabra o cualquiera de sus derivados, parece que tenemos que estar hablando de dos personas de sexo opuesto y edad similar. Pero si a lo que realmente hace referencia es al sentimiento puro del amor, no hay reglas, cada uno se enamora de lo que le da la gana. Los hay enamorados de la vida, de su familia, de su pareja, de una ciudad, hay quienes aman su trabajo, un deporte o un instrumento musical, quienes aman a Dios, o incluso, por qué no, muchos de nosotros amamos varias de estas cosas a la vez, cada una de una manera diferente, pero el sentimiento es igual de auténtico, no deja de ser Amor. Y aunque sin Amor la Amistad no tenga sentido, me gusta hacer esta distinción porque como digo, tendemos a excluir de las relaciones de amor aquellas que se dan entre los amigos.Y llegados a este punto, en el que hablamos de algo tan esencial como es un sentimiento, no entiendo por qué en este día nos empeñamos en dividirnos en dos bandos y criticar al contrario. Los que celebran la fiesta con regalos de cualquier tipo son tachados de capitalistas derrochadores (¿Y qué, si lo son? ¿No es España un país libre? ¿A caso a un capitalista no le está permitido manifestar su amor como quiera?) Y los que no la celebran son criticados por su aparente carencia de romanticismo. Y digo yo, desde mi humilde opinión, ¿No es más fácil centrarnos en nosotros mismos, en aprovechar este día, que si, es cierto, no deja de ser un día más en nuestro calendario, y cuando se quiere, se quiere todos los días del año, pero no es más fácil demostrarlo como a cada uno nos de la gana, sin necesidad de criticar a los que no actúan de la misma manera que nosotros? Dejar que el que tiene pareja le de todos los caprichos que le apetezca, que el que no la tiene, se los de a quien quiera, si es que quiere, y que el que simplemente no lo viva, o no lo sienta, se limite a disfrutar de un día más que le concede la vida. Yo por mi parte, creo que los pequeños detalles son en esencia los más grandes, los que marcan la diferencia. Y aunque todos los días del año amo lo mío, a los míos, y al mío, quizás hoy sienta ganas de dar mi opinión y de expresarlo de una forma diferente, desde aquí. Porque a unos más a otros menos, a todos nos cuesta reconocer ciertos sentimientos relacionados con el amor, y en un día como hoy, aunque algunos no lo entiendan, parece más fácil hacerlo. Porque un te quiero se puede decir todos los días, pero el 14 de Febrero suena de manera diferente. Y yo, lo que se dice querer, quiero. Con dos palabras, 8 letras. Manías tontas...qué le vamos a hacer.

sábado, 9 de febrero de 2013

Equivocarse para acabar acertando.

Dicen que las personas van madurando conforme pasan los años, que la vida se compone de etapas que se suceden de manera secuencial sin que sea posible dar marcha atrás...y yo digo que no es verdad. Cuando una persona pasa de una etapa a otra, siempre una pequeña parte de la anterior contribuye a dar forma a la siguiente. De ahí que tengan sentido frases como "todos llevamos un niño dentro", o "estoy viviendo mi segunda juventud", por ejemplo. Lo que está claro es que al igual que cada una de las etapas de nuestra vida arrastra parte de las anteriores, formando un puzle que desecha e incorpora piezas cada vez más complejo y más difícil de montar sin equivocarse, existen algunas comunes y constantes en todos nosotros. Todo el mundo tiene una parte oscura. Una parte que sabe que no es del todo correcta, o más bien del todo agradable para el resto de las personas de su alrededor, pero que aún así mantiene, incapaz de deshacerse de ella. Una parte que no controla, una parte impulsiva que no domina, una parte que no comprende del todo pero de alguna manera necesita...y aunque sin esa parte es posible que la vida fuese más sencilla, también sería mucho menos divertida. Qué le vamos a hacer, el ser humano no es perfecto, comete errores, y al fin y al cabo gracias a ello acaba por acertar, por rectificar a partir de ellos y aprender cuál es el camino correcto. Y es que rectificar es de sabios, y pedir perdón también lo es, pero nunca jamás en la vida tiene uno por qué arrepentirse de algo que ha hecho...sino que tiene la obligación de una vez reconocido el fallo, procurar no volverlo a repetir. 

domingo, 3 de febrero de 2013

No le entiendo, Presidente.



Hace tiempo me escuché decir a mí misma un claro y contundente "qué difícil es esto de hacerse mayor". Con el paso de los años, me voy dando cuenta de que hacerse adulto es lo peor que le puede pasar a una persona. Hacerse adulto sin razón, claro, de malas maneras, sin ser consciente de lo que como nuevo adulto forma parte de ti, de lo que llevas dentro, y de cómo afecta al mundo que te rodea. Hay personas que no están preparadas para afrontar responsabilidades, de ningún tipo, y deciden guardar sus miedos bajo llave en el cajón de la cobardía, en lugar de salir al campo de batalla y afrontarlos con determinación, con la cabeza alta y un poco de mano izquierda. En lugar de eso se visten con esos trajes de etiqueta "hipocresía", enfundan la espada de la avaricia y se esconden tras el sucio escudo de la mentira. Es entonces cuando comienzan a engañarse a sí mismos. Comienzan a gustarse hasta en sus perfiles más abyectos, y perdonan sus errores antes de reconocérselos a sí mismos, y por supuesto a las víctimas que los sufrieron. No asumen consecuencias. Sólo actúan, el fin siempre justifica los medios, y si todo se pone en contra sellan con su mero nombre las bocas de la protesta y el reproche, rechazando cualquier cambio que altere su estabilidad...ya no pueden actuar bajo principios, la ética y la moral son conceptos que olvidaron hace tiempo. Demasiado. Demasiado tiempo haciendo las cosas mal. Demasiado tiempo enterrando mierda y arrastrando restos de basura en su conciencia, la cual suplica bajo cadenas ser liberada. Demasiado tiempo corrompiendo su alma. Corruptos, así los llaman. Todo para conseguir escalar hasta el peldaño en el que se encuentran. Todo por ambición de poder, como un drogadicto que no consigue saciar su mono y es capaz hasta de matar vidas humanas por unos cuantos gramitos más. Hay quien cree que exagero, pero créanme cuando digo ésto, no se equivoquen y quítense esa venda de los ojos. No miran por nosotros, no miran por su pueblo, miran por ellos mismos. Ellos, también lo harían. Y cuando la tinta de sus sellos no basta, cuando el esparadrapo más fuerte sujeta a duras penas los labios de un país entero que grita "Dimisión" hasta desde el silencio, y todo estalla, llegan las excusas baratas, la incoherencia absurda, y el más indignante escándalo, de golpe, se destapa. Y es entonces cuando me pregunto, y respóndanme, si es que pueden, respóndanme a ver de qué sirve, un presidente de gobierno hablando ante quienes no pueden si quiera hacer preguntas ni cuestionar las palabras que salen de su boca, leídas con mano temblorosa de un mísero papel que a saber quién ha escrito. Y llegados a este punto, yo sólo puedo decir que no le entiendo, Presidente. No le entiendo. Ni a él, ni a todo el que tenga manchadas las manos con su misma porquería. Quizás aún no me esté afectando demasiado ésto de hacerse mayor, o quizás, y seguramente, haya otras formas de crecer, y yo vaya por otro lado. Confío en que así sea, y confío en que como yo, todos los jóvenes que creemos en un futuro mejor, no nos dejemos llevar por los caramelos envenenados adornados con atractivos envoltorios, y sigamos adelante, como podamos, como nos dejen, pero siempre por el camino adecuado.

sábado, 2 de febrero de 2013

Se Tú mi límite.


Tu cuerpo puede llenar mi vida, como puede tu sonrisa volar de un solo impacto el muro opaco de la tristeza. Una sola palabra tuya quiebra la ciega soledad en mil pedazos llenos de la más deslumbrante luz. Emborrachada de ser admirada y con una sed tremenda por admirar a alguien que me llene, si tu acercas tu boca hasta la mía bebo sin saciarme la raíz de mi propia existencia. Pero tú ignoras cuánto la cercanía de tu alma me hace sentirme viva, o cuánto tu distancia me aleja de mí misma, empujándome hacia la más lúgubre y angosta oscuridad, a perderme entre las sombras. No te alejes jamás. Vivo sin reglas fijas, pero los profundos movimientos de tu naturaleza son mi única ley estable. No dejes que me aleje yo. No dejes que me vaya de tu lado, por favor. Retenme. Sé tú mi límite. Y yo seré entonces la nueva imagen de mí misma, feliz, tranquila, en paz. La imagen que tú creaste...la imagen que tú mismo, con todo tu ser, íntegro, puro, transparente, me has dado.