martes, 29 de enero de 2013

Lejos.

Si a los adultos os resulta (perdón, NOS resulta) complicado diferenciar unos sentimientos de otros, imaginaros lo que supone para los niños y adolescentes. Durante la primera sesión de la semana pasada les pedí a mis jóvenes pacientes de terapia en grupo que escribieran en un papel aquellas cosas que generaran en ellos buenos sentimientos. Les aconsejé además que consultaran con sus padres esas palabras que habían anotado, porque lo que buscaba es que llegaran a la esencia en sí, al sentimiento íntegro como tal. El resultado fue bastante satisfactorio, y las respuestas no se salieron de lo esperado. Al inicio de esta semana les pedí todo lo contrario. Que elaboraran una lista de aquellas cosas que generaran en ellos malos sentimientos. 

En mi caso, por ejemplo, el sueño es una de esas cosas. No soporto la sensación de querer tener los ojos cerrados, y no poder, bien porque tengo que ir a trabajar, dar de comer a mi hija o sacar a pasear al perro. Normalmente, cuando me levanto por las mañanas con esa sensación, sólo pienso en que llegue por fin la hora de la siesta para poder concederle al sueño unos cuantos minutos más...siesta que jamás me hecho, porque para cuando llega esa hora ya no me importa, y siempre prefiero emplear mi tiempo en otras cosas. Así somos los seres humanos, y así cambiamos de opinión, a veces, incluso en cuestión de horas.

Al llegar a final de semana, los chicos han venido con sus nuevas listas. La mayoría no me han sorprendido demasiado, al fin y al cabo se trata de niños y de adolescentes, no les gusta pasar frío ni estar enfermos, temen sus primeras rupturas amorosas o suspender exámenes, y odian el escozor de las heridas y el picor de las postillas. Pero uno de ellos me ha llamado la atención de forma especial. Su lista contenía una única palabra: Lejos.

-¿Lejos?- Le he preguntado extrañada, sin entender realmente a qué se refería.- Creo que no has entendido el ejercicio...

-Sí que lo he entendido.-Ha respondido con una firmeza y seguridad que ha hecho por un momento que el fino bello  de mis brazos se erizara.- "Lejos" es lo que me provoca malos sentimientos.

-Eso no tiene mucho sentido...

-Sí que lo tiene. Sentir lejos a alguien que quiero y no está a mi lado me pone triste. La tristeza es un sentimiento malo. -Permaneció en silencio durante unos segundos, con la mirada perdida, y sus ojos verdes y brillantes se iluminaron más que nunca.- Muy malo.

-Entiendo lo que quieres decir...pero "lejos" no es la palabra más adecuada...¿"echar de menos" quizás?

-No es exactamente eso...echo de menos cosas y personas, muchas veces, pero no me genera un sentimiento especialmente malo. Nostálgico, sí, melancólico, tal vez...pero no malo. Se trata de algo más concreto, no de "echar de menos" así sin más.

-¿Les preguntaste a tus padres, como os aconsejé?-La precisión y delicadeza con la que con apenas dieciseis años empleaba las palabras me ha impresionado tanto que hasta ha llegado a conmoverme.

-Ellos no pueden entenderme.

-¿Por qué no?- He vuelto a preguntar, cada vez más sorprendida.

-Porque igual que tú no puedes entender lo que se siente al estar sin ti, ellos no pueden entender lo que los demás sentimos...Ellos no pueden entender lo que se siente cuando no están. Aunque en la mayor parte de las ocasiones, les tengas justo a tu lado.

viernes, 25 de enero de 2013

Almas gemelas.

Todavía no se habían dado cuenta, pero lo cierto es que El no era el tipo de persona que Ella necesitaba. A veces necesitas a alguien que ponga patas arriba toda tu vida, alguien a quien no entiendas pero en el fondo comprendas, alguien que no esté cuando tú quieres pero sí cuando realmente necesites. Ella necesitaba a alguien que le dijera a la cara que no es la mujer perfecta. Se sentía emborrachada de ser admirada y con una tremenda sed de admirar a alguien...alguien que le llevara el desayuno a la cama y le arrancara la ropa haciendo saltar todos los botones de su camisa de madrugada. Alguien que no marcara una cruz en una lista de asuntos pendientes cada vez que hiciera algo para luego arrepentirse, y volverlo a anotar, que escribiera versos y textos con tinta salida del alma y generara en Ella ese sentimiento de "¿será por mí?" ¿seré yo el rostro que se oculta bajo el velo cosido con esas líneas?" Alguien con todo bajo control dentro del más completo desorden. Alguien con vida propia, tan copiosa que le hiciera olvidarla sin querer de vez en cuando y la recordara de nuevo con más ganas que nunca. Alguien que respirara su mismo aire hasta dejarla sin aliento, y que aún así no le agobiara, que le hiciera incómoda la respiración desahogada. Alguien inestablemente estable, imperfectamente perfecto...difícil de encontrar, pero sencillo en su definición...Necesitaba a alguien que fuera como Ella.

Pero algún día, llegaría Él.

martes, 15 de enero de 2013

Por qué no decirlo...contenta.

Y no importa que llueva...si estoy cerca de ti.


domingo, 13 de enero de 2013

Noche de Ronda.

En otro tiempo hubieras empleado la noche
en hablarle de libros y de viejas películas.
Pero ya eres mayor. Ahora sabes que a ellas
les aburren los tipos llenos de nombres propios,
que tu bachillerato les tiene sin cuidado.
De modo que le dejas tomar la iniciativa,
desconectas y finges que escuchas sus historias,
que invariablemente -recuerdas de otras veces-
versan sobre el amor, los viajes, la dietética,
su familia, el verano, la buena forma física,
el más allá, las drogas y el arte postmodemo.
De cuando en cuando asientes, recorriendo sus ojos
con los tuyos, rozando levemente sus muslos,
y elevas a los cielos una angustiosa súplica
para que aquella farsa termine cuanto antes.
Pasarán, sin embargo, todavía unas horas
hasta que, ebria y afónica, se abandone en tus brazos
y obtengas la victoria pírrica de su cuerpo,
que, pese a los asertos de tres o cuatro amigos,
será muy poca cosa. Y, cuando esté dormida,
saldrás roto a la calle en busca de una taza
de café gigantesca, maldiciendo las copas
que arruinaron tu hígado en la estúpida noche
y pensando que, al cabo, merece más la pena
no comerse una rosca y hablarles de tus libros,
amargarles la vida con Shakespeare y con Griffith.
O buscarse una sorda para que nada falte.

Luis Alberto de Cuenca.

martes, 8 de enero de 2013

El mejor regalo de reyes.

Caminaba con paso ligero y una bolsa de zapatos nuevos en mi mano izquierda, rumbo a Charol, una zapatería muy cercana al colegio. Paseaba en ese momento por mis propios recuerdos, y pensaba en lo raro que se me iba a hacer, al menos durante las primeras semanas, no tener que volver allí. Lo tenía tan cerca...y a la vez, ya tan lejos. La banda sonora de Rocknrolla sonaba a través de mis cascos, "Let's take a trip", justo en ese momento. El móvil ha comenzado a vibrar. Un nombre en la pantalla, una voz muy familiar, una expresión de desconcierto. Una conversación de 2 minutos. Sentimientos encontrados, no son la mejores circunstancias, es cierto...pero llevo unas 5 horas sonriendo, por fuera, y por dentro. Y no os hacéis una idea de lo bonitos que son mis zapatos, con cordones de raso marrones, tacón ancho a juego, altura media, fondo gris perla, tan elegantes, tan ligeros...pero no eran ellos los que me hacían sentir como una niña con zapatos nuevos...Un camino que parecía acabado, y se alarga, nuevas oportunidades, nuevo reto...el mejor regalo de reyes, sin duda, ha sido ésto.

domingo, 6 de enero de 2013

La pareja muda.

Hay veces que nuestras rutinas son tan anodinas y cuadriculadas que hasta el mínimo cambio en el decorado que nos rodea nos afecta y nos llama la atención. Como la pareja muda. Es así como siempre les he llamado, aunque se que hablan, más de una vez he escuchado cómo alguno de los dos respondía a una llamada de teléfono o pedía la cuenta al camarero. Pero no entre ellos. Cada domingo después de comer, les veo sentados en la tercera mesa de la cuarta terraza de la plaza, con un cortado, un café con hielos y un par de pastas. Así, sentados en la misma mesa. El leyendo el periódico, Ella escribiendo algo en una servilleta. Cada domingo paso a su lado y me saludan, lo cierto es que nunca he sabido bien de qué les conocía, pero he respondido siempre al saludo con una sonrisa...dos veces. Y es que hasta en la forma de saludar parece que no se vean entre ellos, como si fueran dos completos desconocidos y se encontraran muy lejos el uno del otro...así, sentados en la misma mesa. El leyendo el periódico, Ella escribiendo algo en una servilleta. Nunca me había detenido a hablar con ellos...hasta hoy. Y es que al atravesar la plaza y pasar junto a la cuarta terraza, junto a la tercera mesa, he visto que Él estaba sentado, en la misma posición, piernas cruzadas y mangas de camisa remangadas, con su cortado, su periódico, y una enorme caja de madera. Solo. Solo como siempre, en realidad, pero esta vez, sin Ella. No he podido evitar acercarme un poco más, y al cruzar mi mirada con la suya he sentido como mi corazón se contraía de tal manera que me ha costado un buen rato que recuperara su ritmo cardíaco habitual. Nunca, nunca jamás en mi vida había visto tanta tristeza reflejada en el rostro de un hombre. Con pulso tembloroso y agachando la cabeza, ha extendido hacia mí la caja de madera. 

"Ciento cincuenta y siete servilletas. Mil Ciento cincuenta y siete tequieros escritos con letra grande, sin que yo me diera cuenta."

Dejé que mis ojos se posaran en el contenido de la caja, en esas ciento cincuenta y siete servilletas llenas de tequieros escritos en letra grande, sin que Él se diera cuenta. Entonces entendí lo que había sucedido, y mi corazón se encogió de nuevo, haciéndome sentir eso que nunca jamás había sentido. Encima de todas ellas, una diferente a las demás, con la tinta bañada en lágrimas, sin adornos, sin color, sin anestesia..." Y no te haces una idea de lo difícil que ha sido conseguir dejar de quererte".

No se cuándo llegará el domingo en el que me arme de valor, y vuelva a atravesar la plaza después de comer, pero tengo un miedo atroz a que llegue un día en el que yo misma pase a formar parte de una de esas parejas, sin darme cuenta. Mi corazón siempre guardará el recuerdo de la pareja muda. Así, sentados en la misma mesa. El leyendo el periódico, Ella escribiendo algo en una servilleta.

                              

sábado, 5 de enero de 2013

Olvido, parte VII

No se ni la hora que es, pero no me importa. No le encuentro sentido al tiempo ahora mismo, y supongo que tardaré bastante en volver a encontrárselo. A la botella de Bourbon del pequeño armario que bauticé como mueble-bar le queda poca vida, y yo he decidido matarla esta misma noche, o tarde, o madrugada, lo que sea. Todas las persianas están cerradas, y las luces están apagadas, salvo la pequeña lamparita junto a la mecedora de la sala de estar. Dejo caer mi cazadora de cuero al suelo, junto al perchero, no me quedan fuerzas para agacharme y colgarla en su sitio. ¡Qué más da, quién coño ha dicho que ese tenga que ser su sitio! Me arrastro hasta la cocina mientras me voy deshaciendo de mis pantalones negros, y dejando atrás a mis zapatos sin notar la diferencia entre su plantilla y el suelo de las baldosas, busco a tientas un vaso lo suficientemente ancho. Lo lleno de hielos. Hasta arriba, cuanto más frío para mi garganta mejor, me dejo incluso caer alguno...pero no me importa. Nada me importa, ahora. Vuelvo en busca de la botella. Sigo llevando puesta tu camisa. Al inclinar el Four Roses siento como su fluido acaramelado golpea contra el vidrio y me aparto de golpe, por miedo a mancharla y tener que echarla a la lavadora...perdería tu olor,  y ya no puedo pedirte que te la pongas una vez más para recuperarlo. Miro de nuevo hacia mi vaso. Me encanta ese color que tiene, no tanto el sabor, pero ese color me enamora...igual que a ti. No me queda coca cola, pero da igual, por una vez, por esta vez, lo tomaré solo. La ocasión lo merece, a ver si así consigo matar todo lo malo que me recorre por dentro...no me quedan sentimientos buenos. Camino unos metros hacia el que será mi asiento durante las próximas quiénsabecuántas horas, y pulso sin mirar el botón del play de la cadena de música. Suena "I'm a man". Perfecto, la banda sonora de Rocknrolla casi desde el principio.

Me dejo caer hacia atrás, cierro los ojos, y acerco el vaso a mis labios. Siento como el Four Roses recorre mi garganta, y poco a poco llega a cada rincón de mi cuerpo. Siento como si me quemara por dentro. Cierro los ojos, y silencio. Me invade un completo silencio que ni la música es capaz de romper. Procuro no pensar en nada. Y es que ¿qué voy a pensar? ¿Con qué cojones voy a entretener a mi jodida cabeza, si al final todos mis pensamientos se centran en uno solo? Tú. Tú y tu maldita costumbre de aparecer siempre cuando menos me lo espero...y cuando más lo necesito. Esta vez te has llevado el premio gordo. Supongo que es pronto para dejar de hablar de ti en presente, aunque siendo sincera, no se si algún día seré capaz de mencionarte en pasado, como hacía el sacerdote hace un par de horas...me encantó el sonido que hizo al callarse. Me encanta el sonido que hacen algunas personas cuando se callan.

Por este tipo de cosas no me gusta hablar sobre Dios. ¿Hablemos sobre Dios?...Dios no existe. Es imposible que exista y permita ésto, es más, si estás en alguna parte, Dios, quiero que sepas que estoy enfadada contigo, y mucho. Es totalmente irracional, lo se, pero en este instante me siento la persona más inestable emocionalmente e irracional del mundo, así que espero que no me lo tenga en cuenta. En cuanto a ti, estés donde estés, creo que también estoy enfadada. Ahora no aparecerás nunca más, y ni si quiera he podido despedirme de ti en condiciones. Ni si quiera he podido mirarte a los ojos una última vez, una última mísera vez, para decirte esto que siento que me está quemando de frío por dentro. Decirte que aunque pasen los años, aunque ahora se que se ha acabado y que no volveré a verte, al menos no en esta vida de mierda que injustamente a mí me queda por vivir, y a ti no, siempre, y cuando digo siempre es siempre, con lo que esas siete letras significaban para ambos...siempre estarás conmigo. Porque ahora se, aunque sea tarde, ahora se que si es cuestión de hablar de olvido, jamás fui capaz de olvidarte, nunca quise olvidarte...y nunca jamás te olvidaré.

viernes, 4 de enero de 2013

Apuntes prestados para un futuro manifiesto.


Como lema fundamental para estos raros tiempos de espejismos y mutaciones:

No pertenecer nunca a ninguna jauría.
No formar parte de ninguna patrulla de linchadores. No acercarse jamás a ninguna especie de grupo enardecido, ni marciales uniformados, ni portadores de enseñas, ni tarareadores de marchas nacionales.
Comprendo perfectamente dónde me sitúa eso. Y comprendo que uno puede muy bien convertirse en la víctima de la noche a la mañana. Sin darse cuenta. Sin saber por qué. Sin remisión alguna. Siempre es así.

jueves, 3 de enero de 2013

Hora de pintar.

Todavía no he llegado a ir al gimnasio durante los 12 meses del año, pero creo que puedo decir desde ya que el mes de Enero es y será mi favorito. Es bastante entretenido comprobar cómo el número de personas cuyo propósito para el nuevo año es perder unos kilos, estar más en forma, o encontrar pareja, se concentra en ese lugar como el buen católico que acude a la iglesia cada domingo sin excepción. Lo más probable es que de aquí a Febrero no quede ni el 30%, pero oye, lo han intentado, para eso están los propósitos de nuevo año...y los bonos de un sólo mes.  De paso se han comprado un par de mallas y camisetas de esas ajustadas e incomodísimas que la gente se empeña en utilizar como si realmente fuesen más prácticas que cualquier otra prenda, se han depilado todas las partes de su cuerpo que esas prendas dejan visibles, y han encontrado un amigo o amiga al que engañar para no tener que ir solos. El caso es que hoy, al volver del gimnasio, se han adelantado los reyes y me han traído una caja de pinturas. Todavía no se muy bien por dónde empezar, pero ganas tengo, de colorear la vida como me de la gana, y sorprenderme a mí misma y a los que me acompañan. 2013 empieza diferente, será diferente, trae cambios como todos los años, algunos elegidos, otros no tanto...pero no por ello hay que bajar la cabeza y quedarse callado, ni proponerse cosas que ni quieres hacer, ni estás preparado. A la mierda con todo ese rollo de que la estabilidad y la rutina son en esencia necesarias, a la mierda con todas esas ideas conformistas y acomodadas. Que no valen, que agobian, que cansan. Y que el sol salga verde, que el cielo se tiña de rosa y la hierba entera parezca naranja...porque para pintar todos los días el mismo cuadro, prefiero no pintar nada.