martes, 29 de mayo de 2012

Él es, por eso estoy. (gracias, Salem)


Amo ese péndulo entre hombre huracán que escandaliza portales y el que se sonroja si le dices que es más guapo que nadie. Su trazado en semicírculo marca el ritmo de mis deseos como versos, mis deseos a deshora, y niega el breve tiempo de los mortales. Y es que él no sabe que brilla más que cualquier estrella,que sus gemidos amenazan mi timón como un orfeón de sirenas, que por verle feliz me marcharía, y para hacerle feliz, permanezco. Que celebro su existencia como la de la luna, cuando la luna me mira. Guarda en su cuello el secreto de las noches que se doblan como espigas, en el latir de su pecho, las joyas de la corona de la más plebeya dinastía, tiene detalles de príncipe, y ama como la vida. Él va a incendiar su mundo sin querer, un martes a mediodía, porque está hecho de un fuego que le asusta y le encandila. Y yo estaré cerca, para encenderle con besos las cerillas. A veces siento la sucia tentación de enjaular sus maravillas, pero aunque pudiera, no lo haría. Él es libre, feliz, y un poco mío. El sólo tiene miedo al miedo, y hasta el miedo, le amaría.

viernes, 25 de mayo de 2012

Entre Rotos y Descosidos.

 Había soñado muchas veces con aquel momento. Casi todos los días, en realidad, incluso se había obligado a ello, para que el impacto fuera menor. Pero nunca lo es, en estos casos. Era incapaz de contar las veces que las palabras "rotura" y "operación", junto con todos y cada uno de sus sinónimos, habían merodeado por su cabeza, como un vigilante que solitario pasea frente a su puerta de guarda, en silencio. Llevaban tiempo instaladas ahí, y se sentía como una frágil princesa encerrada en la más alta torre de su propio castillo, con la atenuante débil esperanza de que algún día su principe la rescatase. Pero en su lugar sólo veía dragones, nubes grises, y murcielágos dispuestos a chuparle la sangre en cualquier momento. Hasta que por fín llegó. Y como todos los malos momentos, como todas las malas noticias, su período de mentalización no sirvió si no para alargar una agonía inútil cuyo final hubiera resultado igual de doloroso 75 días antes. Recorrió el largo pasillo una vez más, arrastrando ya mecánicamente su pierna izquierda, ahora más escuálida y bronceada por el sol, de manera natural. Natural para ella, no para el resto. Con pulso tembloroso pero seguro, empujó la puerta de la consulta número 8. No está segura de si las palabras que escuchó fueron dichas por el doctor, o estaban tan automatizadas en su cerebro que éste las reprodujo sin necesidad de hacer trabajar a sus oídos, pero le sonaron exactamente igual que en todos y cada uno de sus sueños. Y le dolieron exactamente igual que en todos y cada uno de ellos.

75 días.

Nunca sé ni sabré si el paso del tiempo le vuelve a uno más sabio, o sólo menos exigente. De lo primero dudo a partir de mi propia experiencia, de lo segundo, también. Apenas he conseguido, en este pequeño puñado de años, cometer varios errores nuevos, y repetir cada vez menos (o eso quiero creer) mis viejos errores. Y al mismo tiempo (como siempre, el tiempo), cada vez ejerzo menos el amanerado verbo tolerar. Tampoco voy armando jaleo por ahí, simplemente me aparto cuando no me creo el guión de la película, aunque no descarto, algún día de éstos, pegarle una patada a la cámara y hacer saltar todas las piezas. En resumen, que escribir es delatarse, y releer lo que uno ha escrito impone aplicarse los rayos x que nunca tuve, para saber si he cambiado yo, o ha cambiado todo lo demás. Sigo, afotunadamente, sin saberlo.

sábado, 12 de mayo de 2012

Tomar aire, y seguir girando.

Y de repente desperté, y percibí cómo la arena del gran reloj se deslizaba entre los dedos de mis manos, y se alejaba con el eco del viento, que no paraba de gritar en el más absoluto silencio. Cómo el mundo giraba a la velocidad del exprimidor de naranajas del zumo del desayuno, me mareaba, y sentía nauseas. Rechacé entonces seguir sobre el colchón de la incertidumbre, arropada entre sábanas de algodón con olor a hipocresía y a ignorancia, conformándome con seguir respirando mientras el mundo continuaba, y con él la vida de los seres abstractos, de las personas sin rostro, de los entes sin alma. Tomé impulso, salí a la calle completamente desnuda, con el alma al descubierto, y el cálido aire acarició mi piel, el fulgor del sol fue tan intenso que hirió mis ojos, y justo en ese momento, logré ver. Un instante después volví a experimentar esa extraña sensación de giro de peonza descontrolado e impasible, que giraba y giraba, y no paraba de girar. Había tardado cinco años en superar algo que entendí en 5 minutos. Así que me agarré con fuerza, y decidí luchar por conseguir que el giro continuara en la misma dirección, pero en sentido contrario. No se elige girar, se gira, y punto...pero hacia dónde, puedes decidirlo tú.

jueves, 10 de mayo de 2012

Reflexión ante el cambio.

Ya estuve triste antes de ti. Aquellos meses grises se sucedían uno tras otro, anodinos, impasibles, bogando como escualos, directos a por mí. Y me mordían fuerte en el vientre, y me sacaban las tripas desde bien adentro, con sus dientes de acero fuerte y congelado. Y las volvían a meter como les daba la gana, descolocadas, revueltas, indigestas. Las dudas golpeaban con furia en las puertas de mi cabeza, rompían a sonar todas las campanas juntas, nadie le besaba en la boca a la certeza, ni si quiera un tímido beso en la comisura de los labios...y el aire, que arañaba a mi garganta con uñas sucias y desiguales, mordidas de desesperación, se hacía cada vez más pesado y molesto en mis pulmones, que lo expulsaban teñido de rojo. Pero pasarlo mal siempre es la antesala de un cambio. El problema es que no se suele saber de cual, y la vida se convierte en sala de espera, en un ring de boxeo con dos contendientes: Tú, y tu destino. Y siempre sale sangre, y siempre gana nadie. Ahora me pregunto qué hice mal, para pasar por ello, qué hice bien, para pasar por esto ahora, para tenerte aquí, conmigo, rellenando los rincones olvidados, disfrazando mis problemas, y recordándome día tras día que ahora, aunque esté triste, aunque vengan nuevos cambios, tú permanecerás siempre constante.

martes, 8 de mayo de 2012

Y mañana, será otro día.

Se cabezota. Bebe cerveza aunque no te guste demasiado, hasta que no puedas acumular mas líquido en tu vejiga. Emborráchate. Mánchate los labios de chocolate y cómetelo. Baila hasta que te duelan los pies. Canta, aunque no sepas hacerlo. Habla por teléfono hasta que tu padre te diga que ya te vale, que llevas dos horas. Juega. Falta a clase. Suspende un examen, deja una para Septiembre. Escucha rock a tope hasta que te piten los oídos. Hazte un porro. Dile a tu amiga lo importante que es. Mira fijamente a esa tía que de una bofetada te puede matar, pero que no hace mas que joderte. Enamórate. Hasta el final, hasta el último gramo. Dile a tu novio lo bueno que está su amigo. Duerme sólo para soñar, no para descansar. Métete en su cama inesperadamente. Bésale, déjale y vuelve, síguele, olvídale. Ódiale. Quiérele, ámale con todas tus fuerzas. Cómete tantos mares como pecas tengas en el cuerpo. Miente, y deja que te mientan, experimenta lo que es sentir la traición, el engaño, la falsedad, en tu propia piel. Cómprate ropa dos tallas mas grande en invierno, es más cómoda, abriga más. Ve mil veces "El diario de Noa" sólo porque te trae buenos recuerdos. Rompe la dieta, no la sigas, no la hagas, nada de reglas incómodas. Léete un libro en francés sólo porque su portada transmite algo. Viaja a ese lugar que nunca pensaste que existiría. Ríe, llora, vive...y cuando hayas hecho todo éso, párate a pensar, tan solo un segundo, y dime si esos momentos no los recordarás para siempre...dime si esos no son capaces de ponerse por encima de todos aquellos malos que vayan a venir.

jueves, 3 de mayo de 2012

Lucía Fernández.

Escribir sobre Lucía no es tarea fácil. La primera vez que la vi tirar me recordó a su hermano, sin si quiera conocerla. Bastante tímida, aunque a veces se suelta, y te cuenta, otras muchas le cuesta hablar, la ves mal, o bien, o regular, pero no sabes por qué, ni cómo ayudarle. Se ríe, siempre se ríe, hasta cuando le corriges, te dedica una sonrisa de oreja a oreja. Le gusta tirar, desde siempre, tiene puntería, y aunque todavía hay que pulirla, se puede aprovechar mucho, si quiere. El problema con Lucía está en que está cuando ella quiere. Cuando quiere, cuando se lo cree, corre, bota, defiende, tira, pelea, se mueve...juega, y juega de verdad. Es cuestión de confianza, de esfuerzo, de ilusión, de ganas, de que esa rodilla no le de guerra, ni le de miedo cuando le molesta o le falla...pero estoy segura de que si se lo propone, podrá con lo que haga falta.