lunes, 30 de agosto de 2010

3 minutos.

Dicen que el tiempo se puede medir, que al margen de lo que puedas vivir mientras éste transcurre no deja de reducirse a meras agrupaciones de horas, compuestas a su vez de minutos, que se suceden uno tras otro de forma secuencial sin distinción alguna en cuanto a su duración. Pero todo ésto queda relativizado a lo que puede suceder en cada uno de ellos. Hay minutos que pasan casi sin que te des cuenta, minutos que se hacen eternos, minutos que repetirías una y otra vez durante el resto de tu vida, y minutos que desearías no volver a vivir jamás...

Miedo. O más bien nervios, no estoy segura de cómo describirlo. Es la sensación de quedarte paralizado, con cada uno de tus músculos en tensión, mientras un sudor frío te recorre todo el cuerpo. Y cada segundo transcurre lentamente, como cuando observas caer las gotas de la canilla de un grifo mal cerrado. Lo observas con detenimiento, sin apartar la vista, pero al mismo tiempo sin querer mirar. Y miles de pensamientos pasan por tu cabeza, agolpandose los unos con los otros y mezclándose entre sí. Recuerdos pasados, planteamientos futuros, arrepentimiento, angustia, odio, son tantas cosas...y ruegas a Dios, aunque normalmente en una situación racional tu fé no exista, en ese momento ruegas en silencio a Dios o a lo que sea que haya por encima de lo natural, de lo humano, de lo imperfecto, le ruegas que el resultado que deseas ver aparezca de una vez ante tus ojos...

Y de pronto, ya está. Tres minutos. Han sido sólo tres minutos...tres horribles, eternos, y desagradables minutos...

domingo, 22 de agosto de 2010

31 días conmigo mismo.

"Soy de tequieros sinceros en momentos puntuales, y sé que en el instante de soltarlos me apetece hacerlo. Sólo digo “te quiero” cuando lo siento, en esa misma fracción de segundo, sin pensar siquiera en sus consecuencias o en sus efectos a largo plazo. Puedo querer ahora, YA, pero sigo siendo incapaz de saber si querré mañana. No conozco la fecha de caducidad de ningún “te quiero”, le falta la etiqueta o el precinto de calidad, pero tampoco me puedo arrepentir de haberlo dicho, porque lo hago pocas veces, y porque juro que no miento al decirlo. Sé quien soy y quien he sido, pero no tengo ni idea de quién seré...afortunadamente…"


viernes, 13 de agosto de 2010

Castillos de arena.

Todo es más fácil cuando estás de paso, cuando te lo dan hecho, cuando no tienes que hacerte mayor. No vives planteando respuestas para preguntas que ni si quiera piensas hacer, hasta que te ves delante de algo que supera esos pensamientos y que los vuelve absurdos, cuestionando cada uno de los pasos que diste en el camino hasta llegar al punto en el que te encuentras. Tu destino nunca ha estado escrito, lo has ido escribiendo tú con cada uno de esos pasos, y mientras caminabas apenas eras consciente de la repercusión que podrían tener en un futuro...un futuro que ahora es presente, que ahora está ahí, justo debajo de tus pies, y ya no sirve de nada mirar atrás, ni tampoco puedes seguir caminando en círculos...más de mil destinos en cada esquina, cientos de destinos que ignorar, y otros que ha llegado el momento de empezar a mirar, a comparar, a valorar, y finalmente...escoger.

viernes, 6 de agosto de 2010

Gracias.

A los que hablan y no les callan, gracias.
A los que quieren por lo que se ES y no por lo que se ve, gracias.
A los que lloran porque otros ríen y no ríen porque otros lloran, gracias.
A los que van DE FRENTE, y no por detrás, gracias.
A los que sueñan y no duermen, gracias.
A los que desordenan la vida y no se acomodan en ella, gracias.
A los que se preguntan y no se responden, gracias.
A los que cuestionan y no asienten, gracias.
A los que me brindan SEGURIDAD con todas sus dudas, gracias.
A los que CREEN en otra persona y no a otra persona, gracias.
A los que creen en la búsqueda y no buscan a quién creer, gracias.
A los que creen en el sacrificio y no en sacrificar, gracias.
A los que sospechan que no son libres, gracias.
A los que saben que les falta algo y que ese algo no se compra, gracias.
A los que resisten, a los que asisten, a los que dan juego, gracias.
A los que viven SU vida, interesándose por la de los demás ÚNICAMENTE cuando se lo piden o cuando de verdad les importa, con la mera intencion de ayudar, dejando a un lado envidias, falsedades y mentiras, GRACIAS.
Gracias por no recetar el remedio antes de encontrar la enfermedad y NO INVENTAR una infección para vendernos la cura.
Gracias por tratar de atacar los motivos y no las consecuencias, por enseñarnos que el saber no es inteligencia, y que un libro no es sapiencia elitista sino herramienta popular.
Gracias por interrogar e interrogarse y cuestionar la aglomeración de voluntades promoviendo la acción colectiva.
Por demostrarnos que todos somos iguales en nuestras diferencias sin “mejores” ni “peores” pero con muchos “diferentes”.
Gracias por pelear contra los prejuicios que a todos nos aquejan, por reconocerlos y no negarlos, para verlos, para tratar de derribarlos.
A todos ellos, por todo ello, y alguna cosa más, Gracias.

miércoles, 4 de agosto de 2010

Sobre el miedo (Agosto 2007).

Es sólo una opinión, y como tal cuestionable y discutible, pero yo creo que es la falsedad, y no el miedo, el gran defecto de un cobarde. A simple vista parece una frase sin demasiado sentido, pero pensando bien las cosas sin limitarse a una mera visión superficial creo que es una opinión bastante acertada. El miedo…curioso sentimiento. La mayoría de la gente asocia el miedo con la cobardía, la perfecta definición de valiente parece ser aquel que no teme a nada ni a nadie. Es una definición más que aceptable desde un punto de vista utópico, pero también más que ridícula desde un punto de vista real. El miedo es algo natural, y quien presuma de no haberlo sentido nunca, una de dos, o no es humano, o miente. La mentira está a la orden del día. Es el camino más simple, el más cómodo, y unos mejor que otros todos sabemos mentir (para qué engañarnos, todos lo hemos hecho alguna vez). Hay quien miente porque le condicionan las circunstancias (mejor dicho, se condicionan ellos mismos teniendo en cuenta las circunstancias, porque siempre hay elección), hay quien miente por quedar bien (si das una patada salen setenta y siete hipócritas) y hay quien miente simplemente porque no es lo suficientemente valiente como para afrontar, o al menos asumir, sus propios problemas y los de los que están a su alrededor. Carecen de personalidad, y por supuesto de autenticidad, no van de frente y se justifican diciendo que todo el mundo actúa igual y es la única forma de sobrevivir. Así son las personas falsas. Un falso es un cobarde, y su problema no es sentir miedo, si no no ser capaz de reconocerlo. El verdadero valiente es aquel que reconoce su miedo y hace lo que puede por superarlo. No me gusta hablar por hablar, y no es cabezonería, pero creo que son argumentos mas que suficientes como para poder decir que no soy cobarde, pero tengo miedo.

domingo, 1 de agosto de 2010

Sin anestesia.

Sábado 31 de Julio, aunque pensándo bien ya es Domingo, porque son las 6:47 de la mañana. Hace frío en la calle, hace frío en casa...el termómetro de la farmacia de la esquina marcaba 19 grados, pero el frío no se va. Posiblemente no sea el mejor momento para ésto, pero yo no elijo cuándo quiere salir...

Tenías razón. No se por qué no me he dado cuenta antes, por qué no he sido capaz de verlo por mí misma, supongo que hay ocasiones en las que el orgullo no te deja quitarte la venda, y tienes que dejar que lo hagan por tí, sin anestesia, aunque duela un poco. No lo entiendo, no me entiendo a mí misma, ando perdida. Es como si hubiera encontrado la horma de mi propio zapato, como si hubiera recibido de mi propia medicina, que se suele decir. Camino sin rumbo fijo, pero con paso firme y sabiendo exactamente donde pongo los pies, hasta que me cruzo contigo. No eres nadie en mi vida, no tienes una etiqueta concreta, apareces y desapareces continuamente, no sabes tanto de mí...y sin embargo sabes lo suficiente. Despiertas ciertas sensaciones que mi escudo de ser frío y calculador es incapaz de frenar. No vives planteando respuestas para preguntas que ni si quiera piensas hacer, hasta que te ves delante de algo que supera esos pensamientos y que los ve absurdos. Y no se qué coño voy a hacer, ni cómo solucionar ésto, porque algo me impide cortar por lo sano pero al mismo tiempo me fuerza a alejarme. Lo único que veo claro ahora mismo es que necesito darme un margen, poner límites de por medio, hasta que recupere mi armadura y vuelva a ser lo que era...porque al menos en este momento no puedes darme lo que quiero, ni yo puedo dártelo a tí.