miércoles, 31 de marzo de 2010

Sobre el amor.

Realmente ahora son sólo palabras vacías, pero porque me gusta escribir sobre cualquier cosa, por aquellos momentos en los que tuvieron sentido, por las personas que en este momento se lo encuentren, y porque supongo que algún día, volveré a encontrárselo yo también…

Es la razón por la que me despierto todas las mañanas, y también la razón por la que no me quiero levantar, porque al hacerlo tendré que abrir los ojos y me daré cuenta de que ya no está a mi lado. Es la razón por la que a veces le miro y sin querer sonrío, o incluso lo hago cuando no está delante, al descolgar el teléfono y escuchar su voz, o al recordar lo último que me dijo o el último momento que compartió conmigo. Es la razón por la que cuando me enfado por algo que ha hecho o dicho y me intento engañar a mí misma haciéndome creer que en el fondo me da igual, no puedo evitar que en alguna parte de mí cierta sensación de mal estar no desaparezca hasta que no esté todo arreglado de nuevo. Es la razón por la que salgo a la calle y aunque algo no vaya bien siempre pienso que no todo está perdido, que cualquier día puede ser un buen día. Y aunque llueva y el cielo esté oscuro puedo distinguir un rallo de luz entre las nubes, y cuando sale el sol siento que brilla con más fuerza que nunca. Es la razón por la que a veces el reloj se para, y el tiempo deja de existir. Lo cierto es que no sé cómo sería mi vida si él no formara parte de ella…pero sé cómo es cuando él está, y si lo pienso me doy cuenta de que en realidad no vale la pena pensar, de que todo es mucho más simple cuando se trata de sentimientos…y no necesito nada más, porque la única razón que resume todas aquellas razones que pudiera dar es…que no puedo vivir sin tí.

lunes, 29 de marzo de 2010

Bono de cambios.

No pudo estar más acertado John Lennon cuando dijo que la vida es eso que te pasa mientras estás ocupado haciendo otros planes. Pasamos gran parte de nuestro tiempo planteándonos objetivos a largo plazo sin apenas ser conscientes de lo que tenemos en cada momento, sin ser capaces de apreciar los pequeños detalles que cada día se presentan ante nosotros. Haces planes, y realmente disfrutas haciéndolos, tienes ilusión y luchas por conseguir aquello que te propones. Pero a veces llega un día en el que algo cambia, o a lo mejor cambió hace tiempo pero estabas demasiado ocupado con tus planes como para darte cuenta. Y de pronto esos planes ya no tienen sentido, y te paras a pensar en cómo han ocurrido las cosas para llegar hasta el punto en el que te encuentras. Y le das vueltas a la cabeza pensando en todo lo que hiciste, en todo lo que no hiciste, y en qué hubiera sucedido si hubieras hecho las cosas de otra manera. Ni mejor ni peor, simplemente de forma diferente. Y por más vueltas que le das no consigues encontrar una explicación lógica para justificar por qué te rindes, por qué después de tanto esfuerzo has decidido dejar de luchar. Pero tampoco puedes seguir luchando, porque ya no tienes un fin por el cual hacerlo, ya no te quedan fuerzas, ya no depende de ti. Así son los cambios, a veces inesperados, te pillan por sorpresa y aunque no te gusten no queda otra que asumirlos de la mejor forma posible y adaptarse a las nuevas situaciones.

Creo que debería de existir un cupo de cambios de este tipo para cada persona, algo así como un bono en el que fueran haciendo una cruz cada vez que un nuevo cambio indeseado apareciese en tu vida, y que una vez gastado tuvieras derecho a vivir sin este tipo de cambios durante un determinado período de tiempo. No sé qué cantidad sería la más adecuada, pero sí pienso que llega un momento en el que el cerebro humano se planta, y aunque llegue un nuevo cambio, se niega a asumirlo y simplemente se dedica a ignorarlo. Tal vez una parte de él es consciente de que existe, pero en ese momento está saturado, necesita un respiro. Así que lo único que se puede hacer es seguir caminando, y esperar con paciencia a que el tiempo ponga todo en su lugar, y sea el que decida si todo el esfuerzo mereció la pena, si toda la ilusión tuvo sentido…si desaparecerá el miedo a levantarme una mañana, salir de esta habitación, y ser consciente de que tal vez a mi bono de cambios, le falte todavía alguna cruz por marcar.

Sobre las mentiras(1 de Marzo).

Una de las cosas que no soporto es que me mientan. Los seres humanos tendemos a mentir por naturaleza. Está bien reconocerlo, quien afirme que nunca miente, ya está mintiendo, nadie puede decir siempre la verdad. Hay veces que nos vemos en la obligación de hacerlo, son esas mentiras piadosas, que se suelen llamar, con las que intentas de alguna manera proteger o no hacer daño a otra persona, y que juzgadas moralmente a veces pueden hasta no clasificarse como tal. También hay ocasiones en las que el hecho de ocultar la verdad puede llegar a considerarse una mentira. Otras son las mentiras propias de la gente cobarde, de la gente falsa, que no siendo capaces de afrontar sus problemas inventan soluciones o excusas que a veces llegan incluso hasta creerse ellos mismos…pero no merece la pena prestarles demasiada atención, bastante tienen con ser como son. Y luego están esas mentiras que las mires por donde las mires, nunca tendrán justificación. Son las creadas sin escrúpulos, las que carecen de humanidad, y aunque quizás sean las más premeditadas y por ello las que más tiempo tardan en destaparse, la verdad siempre acaba saliendo a la luz. Son las más inesperadas, las más complicadas de asumir, y sobre todo, las que más duelen.

Y lo que realmente importa es, que cuando por fin llega la verdad, hace que te sientas LIBRE.

viernes, 26 de marzo de 2010

Keep Walking.


Puede que el título no tenga mucho que ver con lo que voy a escribir hoy, pero creo que en esencia es el más adecuado. Se trata de un título usado, hace ahora exactamente tres años, para abrir el blog y comenzar a escribir. Hace unos meses decidí dejarlo por circunstancias que pertenecen al pasado, y de alguna manera quiero aprovechar mi decisión de volver para felicitar a la persona que en su día me animó a publicar en un blog todas las tonterías que me pasaban por la cabeza, cuando él cumplía la edad que yo tengo ahora, y no sólo eso, sino que también se ofreció a leerlas. Todavía me queda algún que otro año para saber lo que es alcanzar el cuarto de siglo, supongo que no se siente nada especial, pero en tu caso llegar a donde has llegado con sólo 25 años es digno de admirar. Por ello quería felicitarte de forma especial, volviendo aquí, esta vez estando a 1000km de distancia, regalándote algo que si lo pienso en realidad es un regalo que me hiciste tú a mí, porque sin tu apoyo seguramente nunca me hubiera animado a publicar nada en ninguna parte. Muchas felicidades Raúl, por cumplir un año más, pero especialmente por todo lo que has conseguido en estos tres últimos, y como tú siempre sueles decir, pase lo que pase…sigue caminando!!

miércoles, 24 de marzo de 2010

Días de colores.

Me pregunto quién inventaría los días de colores. Realmente un día no puede ser de un color en concreto, los días son conjuntos de horas, agrupaciones de tiempo, la palabra día es un sustantivo abstracto, no es algo que se pueda ver ni tocar, como nos decían en la asignatura de lenguaje en el colegio. Pero sin embargo en muchas ocasiones tendemos a relacionarlos con colores. Hay días rojos, como explicaba Truman Capote en “Desayuno con Diamantes”, en los que estás triste, tienes miedo, y no sabes por qué. Días rosas, en los que todo parece ir bien y desde que empiezan hasta que terminan se te dibuja una sonrisa tonta en la cara con inexplicable facilidad. Días negros, en los que tienes un humor de perros y lo único que quieres es que llegue la noche, y poder decir eso de “mañana será otro día”. Y luego están los días grises. Son días en los que sientes cierta inquietud, o desconcierto, ante determinados cambios o situaciones, y no eres capaz de definir de forma concreta el tipo de día en el que te encuentras. Normalmente no vienen aislados, no se trata de días sueltos, sino más bien de temporadas, “rachas”, que solemos decir…y si hay algo que he aprendido últimamente sobre ellas, es que la mejor forma de superarlas es no dejar que la indecisión se apodere de ti. Relajarte, aprender a sacar partido de esa incertidumbre que te provoca el no saber lo que vendrá después, disfrutar de tu juventud, y no me refiero a la juventud que viene con la edad que marca nuestro DNI, si no a la juventud interior de cada uno que nunca debemos perder…y conseguir hacer de los días grises, los mejores días que existen.

Sueño de una mala noche.

Sientes que te estás abrasando viva mientras un escalofrío constante recorre tu cuerpo de arriba abajo. Sientes que necesitas echar a correr y dar saltos sin permanecer quieta ni tan si quiera un instante más, a la vez que el solo movimiento necesario para respirar te hace más daño que contener durante varios segundos la entrada de aire en tus pulmones. Sientes el deseo de gritar con furia para descargar la rabia que llevas dentro, que no puede salir porque tus cuerdas vocales ya no tienen fuerzas ni para crear el susurro. No puedes permanecer ni un solo momento más en la postura en la que te encuentras, porque te ahogas, pero tampoco puedes sostenerte de pie sin caer al suelo, y ya no sabes si es a causa del dolor, la debilidad, o una mezcla de las dos. Estás empapada de sudor, la ropa se te pega a la piel, pero es un sudor frío, un sudor que hace que tirites, que tus órganos se retuerzan por dentro, ya que por fuera no eres capaz de moverte por ti misma. Tus piernas no te responden, tus brazos no te responden…definitivamente tu cuerpo entero ha dejado de obedecerte, y tu mente parece querer seguir el mismo camino. Las lágrimas brotan de lo más profundo de tus entrañas y se deslizan por tus mejillas en silencio, ya que no te queda aliento para expulsar fuera de ti el sonido del llanto, que lejos de haber dejado de existir, retumba por todo tu interior invadiéndolo de angustia, de desesperación. Y mientras luchas por no perder el conocimiento, sin ser capaz ya de escuchar lo de fuera, una única idea hace eco dentro de tu cabeza: Que pare. Que para ya, como sea, de la forma que sea, pero que pare. No puedes definirlo, ya no distingues si es dolor, escozor, frío, calor, pero necesitas dejar de sentir lo que estás sintiendo, porque empiezas a ser consciente de que aunque tu mente luche, tu cuerpo no lo soportará durante mucho más tiempo…y es entonces cuando despiertas, todo queda en un mal sueño…pero de los peores sentimientos, nacen los mejores textos.

martes, 23 de marzo de 2010

Por qué escribir...

Así es como lo hago yo. Saco un papel, cojo un bolígrafo, y me pongo a escribir. Eso o enciendo el ordenador, todo depende de dónde esté. ¿Sobre qué? Bueno es complicado responder a esa pregunta, depende de muchas cosas…el momento, el tiempo, el estado de ánimo…lo cierto es que no tengo ni idea. ¿Qué más da? Me sale, me apetece, de pronto me viene una idea y según voy escribiendo van surgiendo otras hasta que doy con el final, no me asusta la hoja en blanco. De hecho no sé lo que es, porque cuando escribo nunca me paro a pensar antes cómo empezar. A lo mejor a ti no te gusta como suena, pero a mí siempre me gusta, porque es algo que siento en ese momento, y no me refiero a que necesariamente sienta exactamente lo que esté escribiendo, si no a que me apetece hacerlo, me apetece escribir y me apetece escribir justamente eso. En mi opinión, si necesitas tomarte unos minutos para pensar cómo empezar o sobre qué escribir, estás perdiendo el tiempo. Tiene que salirte de dentro, no puedes forzarlo, es algo así como los sentimientos, puedes tomar decisiones sobre tus actos en relación a ellos pero nunca podrás elegir qué sentir ni por quién sentirlo. Y si bien es cierto que en ocasiones resultan absurdos e imposibles de justificar con argumentos lógicos, la realidad es que están ahí, y no puedes hacer nada por evitarlo. Cuando tengo el día, o más bien el momento, puedo escribir sobre cualquier cosa, y leerlo después y que me guste realmente. Pero si no lo tengo no me molesto en intentarlo. Las palabras no salen igual, y escribo lento, tengo que pensar en lo que estoy haciendo y en cómo lo estoy haciendo, son mis manos las que esperan a mi cerebro, cuando debería de ser al revés. No sé de qué depende que sea o no el momento. Siempre suele ser el momento cuando llueve, cuando es de noche y no tengo sueño, lo cual sucede casi siempre, cuando es Domingo por la tarde, cuando estoy de resaca, cuando estoy triste o muy feliz…por ejemplo hora mismo ha dejado de ser el momento, tengo demasiadas ideas desordenadas en la cabeza, así que prefiero dejarlo para otra ocasión.

sábado, 20 de marzo de 2010

El mundo está mal hecho.

Dicen que la felicidad no se compra con dinero, pero de qué le sirve ser feliz a quien no tiene ni para poder seguir viviendo.
Dicen que la convivencia es la base de la unión social, pero de qué sirve estar unidos si entre nosotros no existe ningún tipo de respeto.
Dicen que el diálogo puede acercarnos a la paz mundial, pero de qué sirve hablar si seguimos utilizando las armas, y continua habiendo guerras, heridos y muertos.
Dicen que la globalización es el camino hacia la igualdad, pero de qué sirve empezar la casa por el tejado, creando algo común, si como base no mantenemos nuestras raíces y principios históricos.
Dicen que el avance científico salvará vidas, pero de qué sirve la medicina si no está al alcance de todos.
Dicen que la libertad de expresión es un derecho fundamental para el ser humano, pero de qué sirve una opinión cuando es falsa, y está envenenada con hipocresía y mentira.
Dicen que el materialismo estrecha lazos, pero de qué sirve el consumismo masivo si descuidamos los pequeños detalles.
Dicen que la inteligencia supera cualquier fracaso, pero de qué me sirve seguir adelante y llegar lejos si lo que realmente me llena como persona se queda en el camino.
Dicen que hay que creer en los sueños, pero de qué sirve SOÑAR si perdemos la ilusión.
Dicen que tenemos que esforzarnos por confiar en el ser humano, pero de qué sirve brindar tu apoyo al resto cuando a tu alrededor no ves mas que envidia.
Dicen que tenemos que confiar en nosotros mismos, pero de qué sirve la valoración personal si nos pasamos del límite creyendo que no necesitamos a nadie más, que solos podemos.
Dicen que el orgullo propio es importante, pero de qué sirve ser bueno en algo si no sientes que alguien está orgulloso de tí.
Dicen que el amor puede con todo, pero de qué sirve LUCHAR cuando te hace daño.
Dicen que no hay que perder la esperanza, pero de qué sirve ser paciente si las horas pasan y no recibes lo que aguardas.
Dicen que la pluma es más fuerte que la espada, pero de qué me sirve saber ESCRIBIR si no me entienden, si no consigo lo que quiero.
Es muy fácil opinar, y más fácil aún no hacerlo. Rabia, impotencia, frustración, nervios, y la extraña sensación de que el mundo está mal hecho. Ni se para qué sirve, ni lo entiendo, no se lo que quiero, pero se lo que pienso y tengo claro lo que siento: Seguiré soñando, seguiré luchando, y seguiré escribiendo.